viernes, 19 de diciembre de 2008

INFORME REALIZADO POR EL PROYECTO DE EXTENSIÓN SOBRE VIOLENCIA ESCOLAR



Informe Violencia escolar a partir del libro: “Las Depresiones: afectos y humores del vivir” de Hornsthein Luis

“Si alguien le encontró sentido a la vida por favor escríbalo aquí” sostenía Junior en el banco de un pupitre de su escuela “Islas Malvinas” de Carmen de Patagones el año (2004) que mató a 3 de sus compañeros e hirió a cinco. Este hecho es un caso testigo para hablar de la violencia escolar.

Violencia que ha ido creciendo en los últimos años en los que la sociedad pareciera ir deshaciéndose. Donde las Instituciones se han fragmentado, los medios se han hecho eco del discurso sobre la violencia y el futuro parece haberse extinguido. Así “el sentido a la vida” del que nos habla Junior pareciera desvanecerse en los jóvenes que sólo creen en el presente. Esta generación se mueve en una época de gran incertidumbre, de crisis y precariedad, y la violencia es un síntoma de ello.
Luis Hornstein en su libro “Las Depresiones: afectos y humores del vivir” nos dice que las depresiones son el flagelo de la época, que es una enfermedad social, y que luego de la sociedad industrial y la sociedad del ocio, se ha instalado una sociedad depresiva. En este marco podemos entender como un joven no le encuentra sentido a la vida, es en la sociedad en la que Junior no encuentra sentido. En este segundo informe del proyecto de extensión “La significación del universo cultural: violencia escolar en los medios de comunicación masivo contemporáneos: violencia, medios, miedos y jóvenes” nos posicionaremos desde el psicoanálisis y la complejidad de una sociedad deprimida para pensar el problema.
La Organización Mundial de la Salud sostiene que la depresión es la cuarta causa de muerte a nivel mundial y que en el año 2020 pasará a ser la segunda. Pero ¿por qué estamos deprimidos? ¿Qué es estar deprimidos? Y finalmente ¿cómo eso explica la violencia y los miedos?.Empecemos por el principio
El Depresivo, dice Hornsthein[1], es aquel que sufre una perdida y retraimiento que lo agobia y le produce una pérdida de autoestima, es decir del valor del yo. La autoestima supone una interrogación permanente a partir de los logros, las relaciones, la historia, el presente y sobre todo el futuro. En 1914 Freud nos decía que en la autoestima, una parte del sentimiento de sí es primaria, el residuo del narcisismo infantil, otra parte brota de la omnipotencia corroborada por la experiencia (el cumplimiento o no del Ideal del yo) y una tercera de la satisfacción de la libido de objeto.
En los últimos años ciertos practicantes y teóricos de la salud han denominado a la depresión como una enfermedad social. Para la Opinión Pública, la depresión es el mal del siglo, producto del estrés, el hastío y la falta de ideales de la sociedad contemporánea. Los deprimidos presentan una visión pesimista del mundo y de sí mismos, un sentimiento de impotencia y fracaso.
La falta de futuro, mejor dicho la falta de credibilidad del mismo hace que el presente se convierta en el único escenario posible para el desarrollo de la vida y muchas veces la falta de contención y ciertas carencias económico sociales y familiares producen una violencia excesiva. La desocupación, la pobreza creciente, el avance de las drogas, la falta de redes de contención social y la sensación de impunidad han contribuido al aumento del delito, el desmembramiento de las familias y la proliferación de patologías como la depresión y la ansiedad. Se empieza a concebir la violencia como único medio de solución de conflictos.
La Real Academia Española postula que ser violento es estar fuera de su estado, situación o modo natural. Junior fue un chico violento, estaba fuera de sí, y las causas son complejas de determinar. No hay una sola como la música que escuchaba o el maltrato sufrido por sus padres y compañeros. Junior era un chico callado y solitario, pero como sujeto pertenecía a una sociedad y es en ese marco en el que hay que analizar el caso y no en las individualidades de cada uno de los episodios de violencia. Dice Hornsthein “el sujeto sólo es pensable inmerso en lo histórico social entramando prácticas, discursos, sexualidad, ideales, deseos, ideología y prohibiciones (…) A veces se propugna una relación causal directa entre el gen y la conducta, lo que lleva a pensar que un hombre es homosexual porque tiene un cerebro gay. O bien hay violencia en las calles porque la gente tiene genes violentos. Un pensamiento que aliente estas afirmaciones se ha resignado a no encontrar soluciones sociales a problemas sociales”[2] Así, cuando analizamos un hecho violento, estamos examinando nuestra realidad.
La escuela forma parte del imaginario social en que nos movemos y como tal no está exenta de los pesares que nos aquejan socialmente. La psicoanalista Gloria Autino señala: “la escuela no es un lugar donde se genera violencia. Es una institución atravesada por las características de una sociedad que eligió la violencia como modo de calificación de sus habitantes. Pero no es la escuela en sí misma sino el propio Estado el que es arrasado por esa violencia.” Entonces el problema de la violencia escolar excede los límites del establecimiento educativo. Hornsthein plantea que el aumento de la depresión está vinculado a lo histórico social. “Hemos padecido duelos masivos y traumas devastadores que hacen tambalear vínculos, identidades, proyectos personales y colectivos. Se han debilitado los lazos sociales y se ha borrado la dimensión de la vida pública” (Hornsthein 2004).
La palabra es la herramienta base del psicoanálisis y la cura de las depresiones. Para nosotros el lenguaje es la herramienta para comprender la complejidad del mundo que nos rodea y es en los medios donde la palabra se hace masiva. Entonces si sostenemos que el lenguaje tiene un poder de sanación, lo que hay que estudiar es cómo se comunica la violencia en los medios masivos, cómo se construye discursivamente la violencia escolar. En este segundo informe intentamos dar cuenta de la violencia a partir de la depresión social, más adelante veremos como este discurso aparece en los medios y de que manera fue construido el Caso Junior o la “masacre” de Carmen de patagones.
Analizar nuestra sociedad, y los discursos que circulan en ella, nos permite comprender y convertir la historia en pasado, permite un futuro que no será pura repetición sino que aportará la diferencia.

[1][1] Hornsthein Luis, Las Depresiones: afectos y humores del vivir. Editorial Paidos. 2005
[2] Hornsthein Luis, Las Depresiones: afectos y humores del vivir. Editorial Paidos. 2005

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